Platón en su libro El Banquete habla sobre el amor. El compendio trata sobre un banquete organizado por el poeta trágico Agatón para celebrar su victoria en las fiestas Leneas, Erixímaco propone pasar el tiempo en mutuos discursos y a debatir un tema así que pide a cada uno de los invitados que improvise un elogio a Eros (el Dios del amor).
Aristófanes, cuenta el mito según el cual hubo un tiempo en que la tierra estaba habitada por personas esféricas con dos caras, cuatro piernas y cuatro brazos. Tres sexos existían entonces: el masculino, descendiente del sol, el femenino, descendiente de la tierra y el andrógino, descendiente de la luna, que participaba en ambos. La arrogancia de estos seres provocó la ira de Zeus y para someterlos los dividió con su rayo, convirtiéndolos en seres incompletos y condenándolos a anhelar siempre la unión con su mitad perdida. Las tres formas del amor sexual quedan así explicadas: los heterosexuales son descendientes de seres andróginos y los homosexuales provienen de seres completamente masculinos o femeninos.
De aquí surge el mito de la media naranja que dícese de la leyenda que nace del anhelo y la atracción que sienten los “seres cortados” y que les lleva a buscar “la otra mitad”. De esta forma, a través de un relato sencillo, el personaje de Platón expone que es el amor (Eros) y que es el sexo (El corte).
Afirma que los seres humanos no son autosuficientes o completos sino seres vulnerables y por eso buscan vivir en relación, empezando por lo más básico que es su diferenciación como individuos sexuados. Todos somos sexuados lo mismo que somos mortales y todos buscamos “al otro” para convivir y compartir.
Pues bien, gracias a esta leyenda, van surgiendo los poemas, las frases hechas, las leyendas, novelas, películas enfocados a buscar esa persona perfecta para nosotros/as que perdimos en su momento, muy romántico ¿no? Estamos buscamos a alguien con quien estamos predestinados…
Pero viene la parte negativa de esta leyenda… la cual han aprovechado no solo los escritores y poetas sino también Hollywood y Disney. Llevamos oyendo desde que nacimos que tenemos que encontrar a nuestra “media naranja” y que cuando llegue lo sabremos… pues yo he debido ser un poco tonta porque he tardado más de 30 años en encontrarla, o eso creo.
No creo que la educación infantil, especialmente dirigida a las mujeres, haya sido muy objetiva, porque entre los 14 y los taitantos…cada vez que encontramos una pareja, nos ilusionamos a los 5 minutos y ya estamos fabricando a nuestra “media naranja”… claro el tiempo es proporcional a los desengaños pasados… pero recordad al primer amor… jurábamos y perjurábamos que era nuestra “media naranja”, “el otro ser” buscado y encontrado.
Cuando comenzamos una relación, ponemos muchas expectativas en ella, por lo que exigiremos que así sucedan, la complicación viene cuando la sobrecargamos. Me explico, creo que una relación se debe trabajar, cuidar, “regar” para que crezca, sola no sale adelante, y esto implica también que nosotros nos desarrollemos con ella, no podemos proyectar en la otra persona la parte que a nosotros nos corresponde y que adivine qué esperas de esa reciprocidad. La comunicación es básica, no tenemos aún telepatía.
Creo que uno de los momentos más tensos viene cuando las parejas empiezan a exigirse el uno al otro lo que ninguno está dispuesto a dar. No creo que los problemas de pareja dependan de las parejas, sino de las personas, la felicidad no es una meta sino un estado de ánimo, depende de la madurez, de las metas, expectativas, de la plenitud interior de cada uno para poder compartirla con el otro, pero el otro no te hace feliz, contribuye a sentirte feliz y pleno.
Muchos de los problemas que hay en el amor derivan directamente de los problemas y las carencias que tiene cada persona, de los fantasmas del pasado, nuestros miedos y creencias y como lo proyectan en su relación, por eso la comunicación es tan importante, así como el respeto mutuo.
La relación de pareja no tiene por qué plantear problemas graves, depende de nosotros. La unión siempre da más fuerza cuando las cosas se hacen bien. Los problemas de la pareja derivan de la inmadurez emocional y la confusión de valores con que llegan pero si esperamos que la otra persona nos va a bajar el cielo sin poner nada de nuestra parte, el batacazo que nos daremos puede ser tremendo y las exigencias con que agobiemos a nuestra pareja pueden ser realmente asfixiantes.
Las relaciones ideales entre las personas son ganar-ganar y se basan en el respeto no solo físico o psicológico sino también emocional.
Cada persona es única y vivimos bajo nuestro pequeño o gran catálogo de valores y creencias, somos observadores de la vida y emitimos nuestros juicios.
Una de las peligrosas contrariedades surgen cuando, tras quitarnos el velo del “enamoramiento ciego” y vemos que ese ser maravilloso a nuestro lado también tiene defectos, intentamos cambiar a la otra persona por “la persona 100% perfecta” que tenemos idealizada en la cabeza, en ese momento empezamos a faltarle al respeto, ¿por qué? porque pretendemos cambiar su forma de ser, no la aceptamos tal cual es sino que queremos hacerla a imagen y semejanza de nuestra fantasía, el príncipe azul ya no existe así que hay que hacer que exista a toda costa, es más fácil mentirse así mismo que afrontar la terrible realidad y su pérdida.
No todo es tan drástico ni radical, todos podemos mejorar y desechar viejas creencias y sustituirlas por nuevas, podemos adoptar nuevos hábitos que nos ayuden a madurar, pero no podemos cambiar la esencia de alguien.
En el momento en que nos empeñamos en hacerlo, nos estamos haciendo daño; en vez de afrontar que esa persona puede no ser la persona que ambicionamos a nuestro lado y salir de la relación estamos decididos a intentar cambiarla y entonces nos encontramos continuamente con la decepción y la otra persona con una soga al cuello porque no le dejan ser quien es. Las dos personas pierden y la relación está condenada al fracaso y durará hasta que uno de los 2 diga, basta; pero si merece la pena la persona podemos aceptarla con sus defectos y virtudes igual que nosotros tenemos y trabajar en tener una buena relación conjuntamente.
En caso de no ser “la persona” y empeñarnos en mantener la relación, puede convertir en una relación tóxica, si se rectifica, se trabaja unidos y estamos dispuestos a aceptar a la persona tal y como es (siempre y cuando queramos y la relación no nos produzca dolor y pena), la relación va abonándose con la comunicación y la sinceridad.
Las relaciones de pareja son un proceso complejo, controvertido y en constante cambio, cada uno de los miembros de la pareja posee un mundo personal, privado, íntimo, que solo les pertenece a ellos y que están dispuestos a compartir solo una parte de él.
El poder hablar y escucharse uno al otro sin críticas, sin reclamos destructivos, y con comprensión buscando caminos que nos lleve al mejor conocimiento mutuo, la fortalecen. La otra persona tú y pueden ver los intereses que tienen en común, pueden compartir sus sentimientos y tener la confianza de ambos estarán allí para escuchar y apoyarse. En las relaciones sanas, las personas no mienten. La comunicación esta basada en la honradez y la confianza. Al escuchar con cuidado y compartir los pensamientos y sentimientos con la otra persona, estas mostrando que ellos son una parte importante de tu vida.
En fin, los seres redondos de Platón, no creo que se encuentren porque se busquen, sino que porque el camino se encuentran, y yo mas bien creo que ese “otro” es alguien que nos respeta, que nos ilusiona que aporta un grano de arena más a nuestra felicidad y trabaja la relación de la mano con nosotros para que llegue a convertirse realmente en nuestra media naranja.
Lau