Vagando por las letras y los versos de la vida, van naufragando ideas y emociones que hasta ahora me acompañaban, otras perduran conmigo y siguen impregnándome de fuerza y sabiduría así como de necedades e incomprensiones que perturban mi ánimo y a veces incluso la razón.
El compromiso con la vida lo tengo, quiera o no, es algo que por el echo de existir tengo, porque es mía, porque amo vivir, pero el adeudo de tomar la responsabilidad por mis actos, pensamientos, palabras u omisiones no es tan fácil, a veces he querido escapar pero ¿cómo puedo pronunciarme como persona si no lo hago? Puedo escapar de los demás pero no de mí misma, puedo vivir la vida como si fuese de otra persona pensando que no tiene efecto sobre mí, puedo creer en la omnipotencia del karma pero si yo no me lo genero ¿Cómo puede suceder lo que yo quiero?
Esa es la respuesta a mis preguntas. Lo que me pasa yo lo genero y yo lo he generado, lo que digo tiene una consecuencia, lo que pienso crea una acción y sobre todo mis palabras crean una realidad, la mía, no la de nadie mas.
Basada en la Ontología del Lenguaje, El lenguaje es acción, como dice Rafael Echevarría en su libro Ontología del Lenguaje, “La vida es el espacio en que los individuos se inventan a sí mismos, y nacen dotados de la posibilidad de participar activamente en el diseño de su propia forma de ser, no es ni pre diseñado ni permanente… y lo posibilita la capacidad generativa del lenguaje”. Es decir, nacemos, nos educan, como diría Miguel Ruiz en su libro La voz del conocimiento, “Nacemos en la verdad, pero crecemos creyendo en mentiras…Una de las mayores mentiras de la historia de la humanidad es la mentira de nuestra imperfección”. ¿Por qué crecemos en mentiras?
Los Toltecas hablan de “la domesticación de los seres humanos”. Desde que éramos pequeños, día a día, en casa, en la escuela, en la iglesia, en la radio, en las revistas, en la televisión, nos indican cómo hemos de vivir, qué tipo de comportamiento es aceptable, como ser unos buenos seres humanos y respetables ciudadanos. Aprendemos a juzgamos a nosotros mismos, juzgamos a otras personas, juzgamos a nuestros vecinos... Miguel Ruiz lo explica maravillosamente en su libro Los 4 acuerdos… “Domesticamos a nuestros niños, a quienes tanto queremos, de la misma forma en que adiestramos a cualquier animal doméstico: con un sistema de premios y castigos. Cuando no acatábamos las reglas, nos castigaban; cuando las cumplíamos, nos premiaban. Pronto empezamos a tener miedo de ser castigados y también de no recibir la recompensa, es decir, la atención de nuestros padres o de otras personas como hermanos, profesores y amigos. Con el tiempo desarrollamos la necesidad de captar la atención de los demás para conseguir nuestra recompensa”.
Años más tarde y mas creciditos, seguimos buscando nuestra recompensa, la aceptación por los demás. A partir de aquí empezamos a escribir nuestras creencias, algunas nos impulsan y otras nos impiden avanzar. Esas creencias son trazadas por un “Código” una ley que rige nuestra mente y no es cuestionable, es nuestra verdad, nuestra realidad, el Libro del Bien y del Mal.
Me gusta como los Toltecas definen al ser humano: Cada ser humano es un artista y el arte supremo es la expresión de la belleza de nuestro espíritu…Vivimos en la historia que nos creamos y creemos de nosotros mismos, mi historia es una realidad virtual, porque solo es cierta para mí, vivo en mi mundo y lo comparto, pero los demás no tienen porque ver lo mismo que yo. Un ejemplo, un cuadro, 2 personas diferentes podemos verlo de manera totalmente distinta, el cuadro es el mismo, no cambia, pero el significado varía acorde a quien lo esté observando, incluye sus filtros, es decir, su emoción, su historia, sus recuerdos, el impacto para cada persona es diferente a la hora de analizarlo.
Cuando vivo un evento, lo proceso en mi mente, y ésta, emite un juicio al respecto, positivo, negativo, bueno, malo, aceptado socialmente o no, y luego publica en el tablón de anuncios de mi cabeza la crónica del suceso… y ahí entro yo con mi interpretación… lo cuento a mi manera… “¿qué cuento me cuento?"
Fijaros en un concierto… es el mismo concierto para los 20.000 asistentes, escuchan las mismas canciones, el mismo juego de luces y sonido, el mismo espectáculo... ¿Todos coinciden en que el concierto es el mejor que han visto en su vida??? ¿Todos coinciden en que el concierto es malo? ¿en la elección de las canciones? ¿y en los arreglos musicales?....la respuesta es no… pero todos han visto lo mismo y lo han vivido e interpretado de manera desigual.
Nuestro Pepito grillo, basándose en esas creencias, califica todo lo que hacemos y dejamos de hacer, todo lo que pensamos y no pensamos, todo lo que sentimos y no sentimos. A partir de mis interpretaciones decido si ser víctima o protagonista.
Cada vez que hacemos algo que va contra de nuestro código, nuestra voz interior e inquisidora dice que somos culpables, que necesitamos un castigo, que debemos sentirnos avergonzados. Nosotros recibimos ese mensaje y entonces nos convertimos en víctimas…cargamos con el reproche, la culpa, el error y la vergüenza… Como víctima digo… Mea Culpa!!!! Hasta con palmaditas en el pecho, pobre de mí, no soy lo suficientemente buena, ni guapa ni inteligente y mi Pepe grillo, como Chucky me dice, Siiii, no vales lo suficiente. Cualquier cosa que se contraponga con nuestra ley, nos produce miedo y ese miedo dolor, inseguridad, por eso necesitamos valentía para desafiar a nuestro código y cambiarlo. Lo peor de todo es que no nos castigamos una vez por un error sino una vez detrás de otra… es decir cada vez que nos acordamos, nos duele y nos flagelamos, emocionalmente hasta lo sentimos, nos ardimos, nos enojamos o sentimos vergüenza ajena de nosotros mismos.
Como Miguel Ruiz cita “Nadie nos maltrata más que nosotros mismos; el juez, la Víctima y el sistema de creencias son los que nos llevan a hacerlo”
¿Cuál es mi actitud al respecto?, ¿Cómo me voy a comportar???
Aquí viene la parte mas difícil, ¿voy a tomar decisiones respecto a mis acciones y sus consecuencias, sean positivas o negativas para mí o voy a hacerme la tonta y a seguir adelante como si nada hubiese pasado a ver si alguien lo resuelve por mi?
La posición mas valiente y también muchas veces la mas difícil es tomar partido a favor de ti misma y tener el coraje de defender lo que piensas o de actuar acorde con tus emociones o pensamientos. Lo gracioso es que nos condicionamos al juicio de los demás… ¿Qué opina la crítica social???
Impacientes, como si fuésemos un chef magistral que recibe al crítico gastronómico que le dará los 5 tenedores para su nuevo restaurante...y tras una noche de creación artística en la cocina, esperamos despiertos hasta que los periódicos la publican a las 6 de la mañana para leerla…. Si es buena… estamos satisfechos con nosotros mismos… si es mala entonces nos culpamos, nos flagelamos y nos sentimos culpables por no haber satisfecho las expectativas de los demás.
...¿Y tus propias expectativas? ¿Cuáles son? ¿No os ha pasado haber hecho o dicho algo en el cual os encontráis satisfechos y orgullosos de vosotros mismos y que otras personas no lo “enjuician” de igual manera? Yo si, y he aprendido que si internamente estoy satisfecha y solo busco la aprobación de los demás quien sufre soy yo y estoy aquí para ser feliz, y mi felicidad se basa en mí, no en cómo los demas crean que debo serlo o actuar o pensar o comportarme... y esto genera riesgos... el ser aceptado o no ser aceptado... pero ¿necesito que los demás me digan quien soy o soy yo quien debe definir quien soy?¿Por qué? Porque si no soy feliz conmigo, no puedo ser feliz con los demás, si no confío en mi felicidad, no la puedo compartir.
Como dice Miguel Ruiz en su libro la Maestría del amor… “La felicidad sólo puede provenir de tu interior y es el resultado de tu amor. Cuando te des cuenta de que ninguna otra persona puede hacerte feliz y que la felicidad es el resultado de tu amor, habrás conseguido la más importante de las maestrías”. Puedo comparar mis acciones con otras personas, pero al fin y al cabo, yo decido y tomo mis propias decisiones. Si yo no soy la protagonista de mi vida, entonces significa que alguien más lo esta siendo, por lo tanto paso a un papel secundario y hago lo que otra persona decide... Si mi vida es mía, entonces quien debe decidirlo soy yo, ¿no?
Cada uno de nosotros emitimos un juicio sobre nosotros mismos y sobre los demás y ese juicio determina cómo vemos a esa persona y lo que esa persona creemos que es, pero como dice OSHO en su libro El sendero del Tao “Tener un juicio sobre ti significa que, profundamente, de alguna manera, quiero manipularte. Tener un juicio sobre ti significa que, de una manera u otra, tengo un deseo profundo de tener poder sobre la gente” ¿Por qué? Porque decido que tu eres de una manera determinada y no permito que seas como tú eres o quieres ser. Te clasifico, te encasillo, no te doy la libertad de elección, de aprender, de crecer. Con nosotros hacemos lo mismo, emitimos un juicio de cómo somos, lo mas maravilloso es que tenemos el poder de cambiar esos juicios sobre nosotros y ser la persona que queremos ser, pero no es tan simple, requiere valor al igual que requiere valor el decidir que soy feliz.
No esperes que las cosas sucedan, haz tú que sucedan, genéralas, créalas, búscalas, como Paulo Coelho dice en su libro El Alquimista, "Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño. Basta con aprender a escuchar los dictados del corazón y a descifrar un lenguaje que esta más allá de las palabras, el que muestra aquello que los ojos no pueden ver…”
Si el universo está de mi lado, si el universo es inmenso y si conspira a mi favor….
Imagina posibilidades…
Lau
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